ÁNGEL GARCÍA ROLDÁN

Tote Hasen. TERRITORIO SUR. MECA & MUSEO DE ALMERÍA
Tote Hasen. TERRITORIO SUR. MECA & MUSEO DE ALMERÍA

Apartándonos de las típicas primeras preguntas que se hacen a un artista, de por qué y cuando elegiste ser artista, ya que es evidente que si estás en este programa es porque un día decidiste encauzar tu vida en el mundo del arte, nos gustaría saber ¿en qué momento te encuentras actualmente, desde el punto de vista artístico ?. ¿Cómo nos resumirías tu evolución artística desde que comenzaste hasta la fecha actual ?


Creo que me encuentro en un periodo de madurez, de conocimiento, de sosegada y a la vez tensa espera en el propio proceso de creación. Atrás quedaron los años de juventud, los tanteos, los derroches de entusiasmo. Siempre he creído en mi propio trabajo pero pienso que ahora me encuentro más seguro en él, soy más realista —aunque creo que siempre lo fui—. Siempre pensé que esto del arte era un camino lento para mi, una carrera de fondo en mi caso, las prisas en mi trabajo solo son buenas cuando estoy ejecutando, pero la trayectoria es otra cosa, otra cuestión. Desconozco el final pero se que estoy en la mitad de la linea de tiempo y eso me reconforta.

 

Lo evolutivo es siempre una cuestión de involución. Es complicado resumir la trayectoria de mas de 20 años en las dicotomías del arte y sus derivaciones. Cuando era estudiante de Bellas Artes me fascinaba mirar la cronología de Joseph beuys, incluida en el texto de Bernard Lamarche-Vadel, Joseph Beuys (Madrid: Siruela, 1994). En ella el propio artista se remontaba, en un proceso parecido al que sugiere nuestra pregunta, a los primeros años de su vida. «De la infancia de Joseph beuys poco se sabe. Nacio el 12 de mayo de 1921 en Krefeld y sus padres eran comerciantes en Cleves, pequeña ciudad situada a la orilla izquierda del Rin Inferior en una región que había sido un foco de la mística alemana», así comenzaba el texto y un poco más adelante se topaba uno con esa inmensa cronología que situaría su primera exposición:  «1921 Exposición en Cleves de una herida tapada con esparadrapos». Remontarse a los primeros años es complejo, por el camino existen todo tipo de hitos que sin duda han marcado mi trayectoria de forma decisiva.

 

Quizás de las más sobresalientes sean mi interés inicial hacia el arte dramático que derribará en años posteriores en una inclinación constante hacia lo performático en mis producciones, sobretodo aquellas relacionadas con el video o la fotografía. Aquellos años de ímpetu y juventud recibí clases de interpretación, y forme parte de diversos grupos teatrales de experimentación en los que desarrollé distintos proyectos de investigación teatral en el contexto de las enseñanzas medias. Fueron años de entusiasmo por lo que el arte me parecía el centro de todo: de una manera intuitiva, se planteaba como un discurso solido que marcaría mi personalidad y la orientación de casi todas mis actividades. Pero nada fue por casualidad, en mi familia, padre y tíos, ya mantenían esta preocupación por la estética y las artes en general; me crié entre dibujos, tubos de óleo y olor a aguarrás, fotografías, esculturas y música, mucha música. Como podría ser ajeno a tanta influencia.

 

Posteriormente llegaría mi etapa formativa en la universidad; sin duda siempre se destacan algunos poco profesores, pero quizás este periodo no es el más importante. No es el más decisivo. Aunque si algunas formas de ser ante el proceso creativo que empezaban a evidenciar mi perfil como artista: No soy un perseguidor de la técnica, el alarde de ella no me interesa y probablemente eso es lo que más me aburre cuando veo arte. Me acerco a ella pero siempre desde la curiosidad del concepto. La técnica sin este es pura artesanía. Probablemente este hecho marque mi propio trabajo dotándolo de una característica común, de unas señas de identidad, y es que mis piezas siempre parecen estar inacabadas, por lo menos para mi, siempre en un impasse donde lo perfecto no existe, a pesar de ser excesivamente meticuloso y estricto con el acabado. Se puede observar en mis producciones de video, de fotografía, en la instalación o en la propia pintura... Siempre pienso que se evidencia cierto un desdén en este sentido; son demasiado sencillas en algunos casos, incluso, sus artilugios y artefactos parecen construirse con la necesidad de lo inmediato y lo casual. Por supuesto esto también es una forma de hacer técnica aunque fuertemente marcada por el concepto que lo sustenta.

 

En un plano más cercano, mi etapa en Cuba como estudiante de la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños (EICTV) fue decisiva en el punto de marcar un trayecto solido dentro de las artes audiovisuales. Es el primer gran proyecto al que me enfrento, financiado por los entonces ‘Premios Angel de Pintura’ que apostaron por mi orientación hacia la narrativa audiovisual, ayudando a consolidar mi faceta videográfica. En esta etapa, mi interés por los asuntos relacionados con la persona, lo social y lo político plantean un discurso marcado por la idea de las ‘periferias’. Comienza mi etapa más fotográfica, más icónica y más performática que derivará hasta la actualidad donde todo estos frentes se plantean como algo necesario y completo.

 

Entre todo esto más de 20 exposiciones individuales, una centena de exposiciones y muestras colectivas dentro y fuera de nuestro país y algunos premios como reconocimiento de mi trabajo.

 


Emoción, pasión, sentimentalidad, racionalidad, ética o estética son conceptos que normalmente los artistas quieren transmitir con sus obras. En tu caso además de algunos de éstos ¿quieres ahondar en más contenidos? ¿Qué te motiva para comenzar una obra, una serie?

 

De alguna forma he contestado esta pregunta en la anterior, pero quizás cabe detallar un poco más el proceso creativo como tal. La motivación para comenzar o continuar mis preocupaciones que derivan en esos artefactos a los que me refería anteriormente son siempre asuntos vitales; en algún sentido biográficos. Es una necesidad inexplicable con palabras pero ampliamente describible en cada uno de los momentos que me encuentro frente a esa obra en construcción. Por supuesto no son directamente evidencias en la obra, son el alma de la misma —lo que se transmite pero que resulta farragoso, complicado e incluso comprometido explicar en un texto descriptivo de la misma—. Cuando me sitúo a trabajar, el único soporte que realmente es valido es la idea, pero no esa idea-boceto —nunca hago bocetos de nada y casi nunca elaboro apuntes textuales de lo que quiero,  porque básicamente mi proceso esta lleno de preguntas, búsquedas y encuentros—. De este modo, cada proceso me sitúa ante una infinidad de cuestiones que solucionar y eso lo convierten en un gran boceto, en una tentativa insitu, en una cuestión de eterno comienzo. Nunca trabajo sobre nada a priori, solo me sitúo y eso es suficiente. Cuando realizaba ‘After Icaro’ (2013) —una de mis últimas producciones videográficas en la que trabajaba con un equipo de personas detrás, la parte más complicada fue explicarles alguna idea para que les hiciera pensar que aquello no era una deriva sin puerto. Parte de lo que íbamos haciendo lo resolvía pocas horas antes del rodaje. Solo tenía claro los procesos de transformación del personaje, algunos planos y secuencias utópicas que nunca podían realizarse, apenas unas localizaciones inabarcables que siempre se concretaban en el mismo momento en el que grabábamos. En este sentido si el equipo no se desprende de la idea de un guión, una escaleta de filmación, una visión completa del producto final, es imposible que se pueda trabajar en mi equipo. El único requisito es dejarse llevar y estar con los ojos bien abiertos a lo que puede suceder por insignificante que parezca. Al final siempre edito solo, es un espacio reservado exclusivamente para mi. Ahí construyo realmente la pieza, yo asumo todas las decisiones y me encuentro nuevamente conmigo mismo. Ni siquiera mi equipo conoce el resultado final, el mensaje, apenas unos días antes de la premiere.

 

Igual ocurre con la fotografía, cuando trabajo con modelos —prefiero llamarlos performers—, se sitúan frente a mi sin saber que les voy a pedir, al final son solo sesiones en los que los movimientos repetitivos ayudan a olvidarse de que están delante de mi cámara. Dudo mucho de que lo que hacen ante mi sea posar, en realidad solo capturo sus gestos en determinados contextos de movimiento, de realidad aplastante; momentos en los que ellos ya no piensan que son fotografiados. Tampoco tengo yo en este tipo de obras una idea concreta, me dejo influenciar por ellos, o por el contexto. Básicamente eso es todo.

 

Ante la parte más plástica de mi trabajo también ocurre algo parecido, siempre esta el lienzo en blanco y yo mismo, algún icono de una obra anterior y la intensidad de una jornada que desconozco como concluirá. Mi decisión creativa en el momento mismo de la creación es no pensar en un objetivo plástico o estético concreto. Otra cuestión distinta es cuando preparo una exposición, del tipo que sea, entonces si me planteo un trabajo más exhaustivo en los detalles, pero siempre con la conciencia de poner en diálogo el espacio y mi trabajo. Me cuesta mucho cuando un comisario elabora de antemano esta parte para mi, yo siempre quiero participar y abordar lo que que considero crucial en mi proyecto, y es precisamente este diálogo con los espacios y el público. 

¿Los movimientos artísticos se han bloqueado o están en pleno proceso de desarrollo? ¿ Cuál es tu opinión y en qué lugar te encuentras ?

 

En mi opinión, no existen movimientos artísticos como tal, eso fue algo característico de otros períodos en los que la necesidad gregaria de artista era algo importante, probablemente motivados por galeristas y marchantes que necesitaban generar productos y corrientes. Es interesante, para entender esto, revisar por ejemplo la reciente historia del videoarte, uno de los movimientos y lenguajes artísticos de mayor proyección en los últimos 50 años. Sobre los afamados artistas, Nam June Paik y Wolf Wostel, recayó la responsabilidad de convertirse en los padres del videoarte —al menos, en cuanto a las referencias bibliográficas se refiere—, pero todos sabemos que fue más una necesidad coyuntural de galeristas y museos escribir una historia mítica de este arte, necesitaban unos padres para este particular Génesis. Por supuesto que había otras propuestas coetáneas en torno al video o al cine experimental que podían ser incluso más interesantes y solidas que las de Paik o Wostel, pero estas fueron las elegidas para ser referidas como las obras seminales del videoarte. la realidad es bien distinta, el videoarte a evolucionado gracias a la no agregación sistemática de sus creadores. Existe una complejidad de formas que hacen que este lenguaje se muestre escurridizo a cuestiones de categorización, y como no, a cuestiones relacionadas con movimientos concretos dentro y fuera de sus fronteras. En algún sentido parece algo lógico, la sociedad actual se proyecta desde hace décadas hacia un individualismo que hace difícil el surgimiento de movimientos contundentes como los que se planteaban en plena modernidad. El bloqueo o la desaparición sistemática del concepto de movimiento es una cuestión determinada por la lógica imperante de producto. Más bien se puede hablar de artistas ligados a una galería —la gran mayoría de estas sin discurso—, y si se me permite ya ni siquiera eso. Creo que la idea de un artista independiente es más exacta con la situación actual. Quizás estemos retrocediendo al principio de todo esto, en una especie de filtro natural. Seguramente la desaparición de la burbuja inflacionista en el arte muestre nuevas faces en el entorno artístico cultural actual. Puede que aparezcan o existan movimientos oscilantes contrasistema, críticos a los que todos nos sumemos, pero dudo mucho que en cuestiones estéticas, puras y duras, vuelvan a resurgir movimientos como los de antaño. El arte contemporáneo, en su esencia, se ha hecho libre de si mismo y el multiverso de propuestas incapacita la demarcación de sus propios territorios. 

¿Verdaderamente interactúas con el público?. ¿Piensas en él cuando concibes un proyecto expositivo. El público forma parte de tu imaginario a lo largo del desarrollo de tu trabajo? ¿Quién es tu mejor crítico?

 

El arte nace con esa pretensión, luego otra cosas es ver si se da, en que circunstancia y de que manera. Hace poco todos hemos comprobado cuestiones mediáticas dentro del territorio artístico en Andalucía, sin ir más lejos la intervención de Marina Abramovich sirve como ejemplo para cuestionarnos las formas de interacción de un artista con su público. Por supuesto a gran escala. Que Abramovich tenga un este enorme poder de convocatoria, que sea hipermediática y que el fenómeno fans convierta sus apariciones en algo más cercano a fenómeno groupie, como ocurre en ese otro mundo de las estrellas del rock, del pop, del cine o del fútbol —donde el espectador se convierte en un seguidor incondicional: en un fan— no hace que la ciudadanía sea más crítica, esté más cercana al arte contemporáneo, ni que los espectadores ocasionales entienda mejor a este, ni mucho menos que se afiance el coleccionismo —uno de los grandes problemas del arte de este país—. Mucho menos que los políticos de turno vean en el Arte Contemporáneo un escenario cultural, social y educativo desde donde transformar la ciudadanía y por ende las ciudades, en todo caso como un territorio más desde donde acceder a otras tantas formas de especulación. Todos sabemos que el arte y en especial el arte contemporáneo necesita de un apoyo más firme por parte de las instituciones, la administración y los colectivos que participan en él. Es cierto que Málaga se ha convertido en un punto de referencia en el panorama artístico de Andalucía, por las nuevas instituciones culturales que en ella se dan cabida y las que están por venir. Es cierto que al contrario de lo que ocurre en ciudades cercanas, el tejido empresarial relacionado con el arte ha visto en los últimos años un ‘boom’ sin precedentes, y que muchos vemos la necesidad y probablemente la oportunidad para el acceso a esos espacios que hace una década apenas existía en nuestra comunidad, pero las largas filas que vimos para ver la aparición de Abramovich y echarse o echarle una instantánea, no suponen más que la constatación, hace tiempo anunciada, del nuevo aspecto en torno a la obra de arte, esto es, su valor mediático y el poder de convocatoria de sus hitos. Sinceramente acudir en masa a un concierto de Lady Gaga o a una exposición de Abramovich no es indicativo de ningún cambio cultural y artístico en nuestra sociedad. El morbo y la necesidad del "estar ahí" es idéntico a la euforia generada en cualquier evento que sea "espectacularizado" de nuestra realidad. No hay nada especial en ello. Pero claro, parte del interés de esta artista reside precisamente en eso, en su diálogo con los medios. Somos muchos los que nos gustaría, por respeto, que a los artistas se les apreciara por lo que hacen, no por lo que son. Existe algo de lógica de la revista ¡Hola! en todo esto y mueve montañas, pero deberíamos de replantearnos si eso precisamente puede plantear una verdadera interacción del público con el arte. Igualmente ocurre con algunos artistas-actores de la escena contemporánea nacional. Su trabajo se ve siempre rodeado de demasiado clamor de multitudes, más por lo que representan como iconos sociales, que por lo que hacen en su trabajo.

 

Hay muchas maneras de estar en el mundo y en el mundo del arte y es un error entrar en estadísticas que pierden el sentido cuando solo pretende enfatizar cuestiones de propaganda subversiva en un aparente antielitismo cultural, que yo tildaría de sobremesa. Estas cuestiones solo interesan y se reflejan en los datos institucionales pero poco más. Me temo que tenemos que reconsiderar estas cuestiones que tambalean el parco y deteriorado edificio cultural de este país, para empezar a inventar otras maneras de hacer arte y de ser artistas.

 

En cuanto a quién es mi mejor crítico... Podría decir que mis amigos, y entre ellos están algunos críticos, galeristas, otros compañeros de profesión, y por supuesto, la gente que entra en una sala y observa mi trabajo situándose en una actitud crítica ante él. Aunque debo de confesar que quizás el primero de todos sea yo mismo: No sitúo nada en el territorio de lo público si antes no ha pasado mi propio filtro. Soy bastante estricto conmigo mismo —si se me permite este apunte anecdótico—.

 

¿Te diferencia en algo vivir en Andalucía, con respecto a otros artistas de otras regiones o países? ¿Cuál es tu conexión con ellos?

 

Evidentemente si. Te sitúa en un plano mucho más lejano que en otras comunidades, pero a la misma vez te hace más exótico, incluso podríamos pervertir el término e inventar uno nuevo: ‘exódico’. Ciertamente ‘Exódico’ porque algunos de los artistas que vivimos en Andalucía estamos inmersos en un continuo éxodo cuyo principal propósito es mantener viva nuestra propia memoria y permanecer libres en nuestra andadura. Esta metáfora un tanto irónica puede servir para entender y comprender porque algunos seguimos aquí. En mi etapa de estudiante, o probabas suerte en Madrid o te ibas al extranjero o básicamente no conseguirías nada... Por supuesto, todo es un mito, no existen fronteras para el arte, tampoco para las oportunidades. En la actualidad no es necesario vivir fuera para entrar en contacto con otros compañeros y con otros discursos. Lo comercial no siempre están en las categorías superiores de lo artístico, existen otros muchos frentes importantes y necesarios en la lucha del arte: Aspectos tan vitales y necesarios como la educación o las dinámicas comisariales en Andalucía necesitan tiempo, espacios y esfuerzos que también necesitan y requieren que estemos ahí, aquí. Además, hoy se puede residir en Andalucía, producir en Andalucía y mostrar tu trabajo en Berlin o NY. ¿Porqué no...?

 

Las redes digitales, los espacios y comunidades virtuales, han provocado multitud de conexiones que permiten un viaje más rápido, con menos costes y más eficientes en cuanto a la información se refiere. La difusión, también se apoya en estos nuevos escenarios de lo virtual. Ahora si, siempre uno necesita de ese viaje iniciático, evasivo o disuasorio que nos permita ser artistas libres de fronteras, etiquetas y sobrenombres.

 

Mi trabajo se ha expuesto en numerosos países, yo he estado en alguno de ellos realizando el mismo, pero sigo viviendo en la periferia de la ciudad en la que vivo. Probablemente se me conozca menos en mi ciudad que en otras más cercanas, todo depende de los tejidos culturales, de las personas que llevan a cabo los programas culturales y de difusión artística, de los críticos que reconozcan tu trabajo y de estar interconectado de alguna forma con ellos. Es necesario mostrar lo que uno hace, tener canales de difusión, generar y mantener un contacto, implicarse con los proyectos y programas, simplemente estar receptivo a todo lo que se pueda estar cuajando. Por otro lado en mi faceta comisarial, constato que estos mismos aspectos tienen cabida en la otra parte del asunto, sin contactos se empobrece las propuestas y lo que hoy tiene importancia mañana es necesario ser renovado.

 

¿Cómo es tu estudio o taller? ¿Cómo planificas el desarrollo de tus obras? . Aquí quiero que ahondes en el tiempo, en el proceso, en las influencias y en la propia morfología de tu lugar de trabajo.

 

Mi estudio y almacén actualmente es mi casa; dos habitaciones dedicadas una a cuestiones de taller  y otra a laboratorio de imagen. No necesito mucho espacio. En su momento mantuve un estudio que ocupaba todo un piso y estaba las horas y los días allí y cuando necesitaba otro tipo de vida, solo me separaban unos metros la vivienda familiar. Desde hace unos años todo es un poco distinto ,y bueno, no da para tener casa y pagar un estudio aparte, así que opté por llevarme el taller a donde viviera. Al principio no sabes cuanto espacio requieres y esto depende mucho de lo que hagas. El vídeo y la fotografía requieren de muy poco —un equipo informático y una pared vacía la mayoría de las veces—. Igualmente casi siempre hago las sesiones y las grabaciones fuera, soy muy de localizaciones naturales, así que para qué tanto. Lo malo es la pintura, eso si requiere un poco más, sobretodo si trabajas grandes formatos, pero bueno con una habitación ya me apaño.

 

Las piezas en mi caso, pueden durar meses en salir. Empiezo, y si algo no me entusiasma o me intranquiliza, lo mantengo en cuarentena, hasta que encuentro algo o algún camino para seguir, a menudo es el encuentro casual el que me motiva o inspira a comenzar nuevos recorridos, así que es mas una necesidad de tener los ojos be abiertos que una constancia en el ejercicio de lo que hago. Soy inquieto, siempre tengo algo planteado o en mente y normalmente llevo varios proyectos a la vez. Pintura, fotografía y vídeo, se alternan constantemente y mi estudio perfecto esta en mi cabeza. Antes era más monotemático —disciplinariamente hablando— y eso me angustiaba bastante, si te encasquillabas con algún cuadro sólo tenías la posibilidad de hacer otro. Ahora, al llevar varios proyectos a la vez me refresco mas rápidamente y desaparece esa tensión que hace que un cuadro te este llamando poderosamente a todas horas. Esta ahí, si, pero la sosegada espera resulta más acertada y certera a la hora de resolver el problema. La mirada constante consigue mantener viva y con interés la pregunta. Es como una jugada de ajedrez, si no maduras bien cada movimiento lo más seguro es que muestres demasiado tus debilidades y el contrario te plantee un ‘Jaque mate’ irreversible.

 

Mi espacio de trabajo soy yo mismo. creo que si no tuviera un lugar físico donde trabajar como ahora, igualmente seguiría creando y buscando espacios para cada cosa. Por lo tanto no le doy mucha importancia a todo esto, a lo de tener un estudio alejado de mi vida cotidiana, vivo donde trabajo y me es complicado establecer la diferencia. Quizás sea por esto que a veces cuando un galeristas o comisario quiere venir a mi estudio me pongo nervioso y evasivo, conocedor de que la mayoría plantan su trabajo de esta manera yo empiezo a averiguar si prefiero llevar las fotos, el video o la pintura directamente a la galería. Mi almacén es un trastero, así que os podéis imaginar lo complicado que resulta sacar obra en un sitio así. esto siempre me da que pensar... ¿Acaso ser artista implica en la actualidad disponer de un estudio tradicional? Creo que fijarnos en estos detalles solo alimenta los mitos de los que es ser un artista, pero las cosas han cambiado, ya no somos como antes. Muchos de nosotros trabajamos con otras disposiciones, con otras necesidades y probablemente nuestro trabajo se   empapa de esas nuevas exigencias. A veces me he definido como artista visual que piensa siempre en una imagen pictórica pero que termina frecuentemente en el mundo de la fotografía y del videoarte, saquen ustedes sus propias conclusiones.

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